domingo, 22 de mayo de 2016

Muros rotos.





                             Autor de la pintura: Erik Gamarra/ Autora del texto: Irä.





Lola asomó la cabeza tímidamente por la ventana. Fuera, el bullicio era insoportable: una muchedumbre difusa se había aglomerado alrededor del que, durante más de cincuenta años, había sido su hogar. El grupo iba cargado con pancartas, silbatos, megáfonos y multitud de artilugios chirriantes. En el ambiente se respiraba tensión y precariedad. Seis policías intentaban abrirse paso hasta el portal, en vano. Un muro humano rodeaba el edificio, por medio de la resistencia pacífica impedían la penetración de los hombres uniformados. Pero, llegarían más y no dudarían en utilizar medidas represivas.
La anciana tomó asiento en la mesa de la cocina, estaba exhausta. Su mirada se posó en las paredes desconchadas; en el anticuado marco de la puerta; en los cuadros que asomaban parcialmente desde el pasillo. Pequeños esbozos de recuerdo danzaban a su alrededor. Todos esos matices que para muchos no eran más que basura, formaban parte de una vida dura, austera y feliz en muchos momentos. Esa casa, con todos sus desperfectos y problemas, era todo cuanto tenía. Y ahora, querían arrebatársela.
Muchos pensaban que su estupidez y falta de sensatez le habían empujado a aquella situación, y por ende, ella se lo había buscado. Firmó el documento confiando en la palabra oral, no en la escrita. Ese había sido su mayor error: no leer, ni preguntar, sólo confiar. A pesar de ello, mucha gente había intentado ayudarla; gente que como ella, se sentía abrumada y desesperada ante una situación insostenible. La causa era la misma, por eso la apoyaban; juntos, la carga era menos pesada.
Durante meses esperó angustiada el día en el que unos desconocidos se plantaran en la puerta y la sacaran a rastras para no dejarla volver nunca más. Ahora, el día había llegado, y aunque las lágrimas corrían por sus ojos sin parar, su corazón se mantenía firme y esperanzado. Tal vez consiguieran arrancarla de su propiedad; tal vez hoy tuviera que marchar, pero no iba a rendirse; volvería, fuerte y renovada.
Abajo, un golpe seco y resonante silenció momentáneamente las voces batallantes. Pero apenas unos segundos más tarde resurgieron con mayor ímpetu.

Lola cerró los ojos y esperó. El timbre sonó instantes después. No abrió. Invitar a pasar a los monstruos que rondaban sus miedos más arraigados, no habría sido propio de una mujer tenaz y luchadora.

3 comentarios:

  1. Pobre anciana,triste pero buena historia :)

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  2. Hola.
    Me ha parecido una buena manera de relatar el calvario que muchas personas han tenido que sufrir en los últimos años. Ya sea por confirmar, por irresponsabilidad , poe soñar . . . Pero que está ahí y hay que intentar solucionar.

    Ya me quedo por aquí y te sigo

    Chispibesitos -GranitosDeArena-

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    Respuestas
    1. Sí; por desgracia ahora mismo es España es uno de los temas más peliagudos que sufre la población. Se debería intentar buscar alguna solución alterna, para que toda esa gente no acabara en la calle sin amparo alguno... Algunos incluso prefieren acabar con sus vidas antes de verse envueltos en una situación así.

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