viernes, 20 de mayo de 2016

La calma que sigue a la tormenta.




                                            Autora de las ilustraciones: Chiara Bautista/
                                            Autora del texto: Irä.




Ahondar en su sonrisa significa inmiscuirse en cuestiones del alma demasiado ensortijadas. Un único corazón sería incapaz de cargar con el peso desbordado de tal conocimiento.  
Sabía que bajo su pecho, aún relucía el fragante calor; que el ayer, había cerrado el abismo del pútrido dolor. Pero los principios jamás acaban como empiezan. A veces una pequeña pelea, otras, un reproche pasado. La alegría atolondrada se vuelve incandescente, pues en el amor, no existe una línea recta; perfecta y definida. Un ovillo de lana sería el símil predilecto para asociar este fiel y fiero sentimiento.
 Nos hemos amado y quemado durante mucho; sorteando obstáculos, aprendiendo a pedir perdón sacrificando lágrimas recubiertas de ricina. Hemos sentido la brisa cortante del viento maltratar nuestras espaldas. Pero tras la tempestad, lamemos nuestras heridas en una mezcla explosiva de anhelo y confusión. A pesar de esos efímeros silencios que parecen eternos, aún podemos apreciar el pequeño  brillo dorado que se esconde tras las dudas. Y es que, siempre he preferido poseer un corazón picado por la experiencia antes que uno intacto por el miedo.



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